La exitosa película La ciutat cremada de Antoni Ribas tiene una escena donde se celebra una “merienda fraternal” en la montaña de Sant Ramón. Ahora, pesar de la nueva cepa, la romería anual de Sant Ramón se reanuda -la tradición religiosa- convertida en festejo popular, no muy lejos así de las meriendas fraternales que los radicales federalistas celebraron.
La montaña es propiedad municipal desde 1971 en que el Banco Central la vendió. Ahora tras 42 años de dominio socialista vale la pena recordarlo en una ciudad post-covid que encuentra agudizados sus problemas pendientes. Las panorámicas son magníficas. Vemos desde allí, un Sant Boi muy denso (83 mil habitantes) que solo cuenta con un 3% de suelo urbanizable y que, ávido de ingresos, potencia la edificabilidad de los solares libres.
De la mano de las constructoras Riera5 y Grocasa afronta la edificabilidad de terrenos difíciles y las rehabilitaciones. Desde la cumbre percibimos una extensa zona agraria, zona acotada al desarrollo urbano. Hace escasos meses desde Bruselas se exigía que esta zona pasara a ser una reserva ornitológica (ZEPA) casi vetando la agricultura intensiva actual.
En un ayuntamiento pleno de retórica ambientalista no existen espacios ni voluntad para el desarrollo de energías renovables, ni para alternativas agrarias. Su canal Dreta lleva desde 1856 pendiente de modernización y, ni en esto, ni con la carretera 2002, hay fechas para unas infraestructuras vitales.
No acaba aquí la cosa. Disponiendo de 167.000 m2 en el centro, de un cuartel en desuso y una central amortizable, ambas instalaciones siguen forzando al urbanismo local a piruetas propias del “Monopoly”. Asustadizos y secretos, los socialistas no reconocen que el cuartel del Bruc podría optar a ampliar el Clínic antes de que el Cuartel Santa Eulalia fuera el último cuartel catalán urbano.
También contamos con dos manicomios y un hospital concertados, donde la Orden Hospitalaria controla reticente a la ley de Eutanasia. La Orden tiene vía propia y dispone a su conveniencia: huelgas, ERES y forzadas actuaciones de la UME para desinfectar sus edificios, junto a su renuencia a convertir el “clúster” del psiquiátrico local en insignia nacional del tema. Como sí hizo el doctor Pujadas (1854), ya un fantasma histórico, sin honores, por su hito de crear el primer manicomio de España.
Allá en la cima empezarán los tanteos, los amagos para ir preparando las nuevas candidaturas en los puestos significativos. Corren los dípticos, la publicidad, los actos militantes. Quedan dos años, pero habrá que definirse ante otros nuevos temas clave: la ampliación del aeropuerto, las reservas ornitológicas, la reconversión agraria, la escasez de vivienda y pobreza. ¿Les valdrá para ganarse los 48 años de dominio?
El que los socialistas adopten un perfil bajo ante los conflictos, subvencionen entidades y, con el auxilio municipal, reviertan el lógico cansancio de la juventud santboiana que poco tiene que ver con sus abuelos sureños, fieles al PSOE. La enseñanza y la distancia les han roto la fidelidad perruna de sus mayores a unas siglas. La agitación nacionalista y el deseo de cambio pueden propiciar nuevas meriendas fraternales en Vilaboi. Y eso sería un ajuste fino, en forma de nueva alianza forzada entre ERC y PSC.
Olga Puertas és regidora no adscrita de l’Ajuntament de Sant Boi.