Al rebufo

Olga Puertas

Todos hemos ido al rebufo de alguien más veloz, sea en bicicleta, moto o en vehículos de cuatro ruedas -de manera breve-, aprovechando la resistencia al aire del precedente. También los “rankings” fluctúan rápido y tienen sorpresas, así pues cuando de manera cierta, sabemos por Interior que un antiguo barrio de Sant Boi, -el Prat- encabeza con 86 delitos por cada 1.000 habitantes el listado de ciudades inseguras de España; nos lo releemos. También las excusas: que sí los aeropuertos, que si Sant Cosme, etc.

Pero, tampoco nos consuela que la propia Barcelona con 71 delitos por cada 1.000 habitantes también la siga. No nos valen ya como explicación a los ciudadanos metropolitanos colindantes, entre los que Esplugues de Llobregat se descuella con un 32% de súbito aumento de delitos.

Los tres ayuntamientos citados con más delitos tienen superávits presupuestarios, buenos servicios y comunicaciones. ¿Qué pasa con ellos cuando son modélicos y envidiables en otros aspectos?

Salvo Esplugues, son ayuntamientos gobernados por los “Comuns” con criterios laxos en materia de seguridad preventiva y represión del delito. Lo hemos comprobado con las 15 jornadas seguidas de disturbios barceloneses y con la impotencia manifiesta de los Mossos de la BRIMO y la ARRO para sofocarlos junto a la sufrida presencia de la UREP municipal condenada por Colau a la irrelevancia.

Es muy posible que en las inmediatas concesiones a la CUP para conseguir gobierno, ERC conceda nuevas limitaciones en el desempeño de sus funciones a los  antidisturbios. Y estos callarán; los Mossos están bien pagados y equipados, y conforman con su número una plantilla suficiente y entrenada.

El problema para su ineficacia es el mando y su negativa a requerir a las fuerzas de orden estatales. Así pues, si como anuncia el filósofo Gomá, después de la moratoria forzosa por la Covid-19 nos ocurrirá un estallido social de origen económico, rehuyamos el modelo policial pratense y el barcelonés, regido por el señor Samsó, jefe de la Guardia Urbana de Sant Boi excedente.

Y pongámonos al rebufo de Viladecans por su promoción económica y urbana; de Vallirana por su lucha contra el fracaso escolar; de Gavá por su lucha contra la prostitución y por su recuperación de “Can Torelló”, sede del cuartel antiaéreo. También por la regeneración urbanística de Sant Joan Despí y sus hospitales…

Todo lo escribo desde una perspectiva santboiana y del modesto copilotaje que como edil opositora aspira a mejorar el “ranking” de bienestar y el escapar del “ranking” de malestar.

El Sant Boi pobre, de renta media inferior a la española, catalana y comarcal, con tasa de paro elevada e insuficiencias alimentarias en los escasos jóvenes finalistas de nuestras aulas.

Este Sant Boi puede acoger no tan solo internamientos psiquiátricos y su seguimiento posterior, sino un amplio polo de salud mental con consultas externas y facilidades a los centros privados para atender a los nuevos afectados por las ludopatías, las secuelas de la Covid; por las tecnoadicciones; las dificultades de aprendizaje y los cuidados personales a la senilidad. También la psicología deportiva y enfermería.

Un extenso campo de actividad económica, más productivo que la alcachofa, tan publicitada. Eso sí, fuera del “corsé” de las ordenes hospitalarias. Con buena red de conexiones y un ecobarrio en el antiguo cuartel; Sant Boi con su buen aire y entorno puede ser una ciudad residencial, sana, equilibrada y con pocos delitos; sin permisividad al “okupa” y sin estropicios urbanísticos. De ser así, otras ciudades irán al rebufo de Sant Boi sin ninguna duda.

Olga Puertas és regidora no adscrita de l’Ajuntament de Sant Boi.

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