En 1918-19 la gripe española diezmó la población mundial, y sabemos que Sant Boi en 1920 tenía un censo de 6.553 habitantes, pero nos faltan cifras del efecto que tuvo en el entonces pueblo agrícola.

Aunque tenemos archivo histórico (43 mil euros/año), y un intitulado historiador local, carecemos de datos locales (sanatorios inclusive) sobre un tema que ahora se reconoce como muy parecido a la pandemia del COVID actual en sus efectos.
La historia económica y demográfica exige dedicación y conocimientos, y por ahora se carece de estudios congruentes en Sant Boi sobre estos temas. Deben buscarse fuera; sabido es que con solo un 3% de suelo urbanizable, la ya de por sí difícil topografía y las densidades muy altas en el Barrio Marianao (7.383 hab/ha) y Cooperativa (6.198 hab/ha), la ciudad arrastra su condición de núcleo suburbano barcelonés de mala manera: con renta media inferior a la nacional y ser la segunda más pobre de la comarca.
Además, la existencia de una franja rural periurbana de 871ha, de un Parc Agrari de rendimientos decrecientes y con 258ha sin uso, un cuartel de 12,6ha en desuso, y la innecesaria central ENDESA contigua de 6,7ha; bloquean ambas instalaciones el acceso a dos barrios de renta baja. Y podría añadirse que, desde 1854 hay la muralla urbana de 12,6ha de los manicomios, los cruces de líneas de alta tensión, FC y otras servidumbres, que colocan a la ciudad y sus 22 km de bosques en una difícil tesitura para desarrollarse armónicamente.
El plan urbano de 1905 fue alterado para hacer sitio al cuartel en 1947, y desplazar al oeste el rugby, y esta íntima unión de propietarios de suelo y el Ayuntamiento en 1972 propició el desarrollo del barrio “Vinyets”, la Cooperativa y otras alcaldadas.
La llegada de la democracia municipal apartó de la decisión directa a los absentistas, pero no su influencia, y se trató de paliar las malas decisiones anteriores con tímidas reformas que no han puesto fin al deficiente planeamiento urbanístico y simplemente han tratado de suavizar los temas dudosos. El caso último es el de la Señora Llosas, una descendiente del ínclito Rafael Casanova con sus 2,8M por 1,5ha. Un ejemplo de los restos del feudalismo local.
Abundan en la ciudad terrenos abandonados: 35ha del “Pla d’en Mas” y 6ha de la “Vaqueria”, ambas fincas de discutida propiedad de otro gran señor, D. Pedro de Manuel de Ros y Soprani; edificios antiguos en ruinas como los ateneos, el centro, Can “Xiol” y hasta obras semiacabadas de las diversas crisis inmobiliarias, puntean el mapa urbano.
Hace semanas el TSJC que preside el juez Taboas ha bloqueado los PDU “Llevant” y del antiguo “Hiper”. El hecho ha sucedido tras la suspensión del “plan Gran Vía” de la investigada alcaldesa Marín. Gran consternación y una decisión importante que obliga a replantear asuntos pendientes que en plena pandemia son más urgentes.
Hay unanimidad de que el PGM de Solans y Serratosa de 1974 evitó más descalabros urbanísticos en la periferia barcelonesa en especial; sin él cuantas cacicadas se hubieran hecho, así pues me planteo una duda, un fácil acertijo: Si nuestra arquitecta jefe municipal gozara de plenos poderes y total apoyo de los mandatarios de turno, como los señores Solans y Serratosa; ¿podría ella decidir y resolver el laberinto urbanístico santboyano que venimos arrastrando desde hace lustros, y que nos convierte en una ciudad menor sindémica e invisible del suburbio barcelonés?
Olga Puertas és regidora no adscrita a l’Ajuntament de Sant Boi.