La trituradora

Olga Puertas // Arxiu

Hace pocos años, el señor Artur Mas fue enviado por el señor Benet Salellas a la “papelera de la historia”. Mas, tan soberbio en sus desplantes a Maragall por el 3% y a los manifestantes que cercaban el Parlament con su aterrizaje en helicóptero, se miraba la punta de los zapatos incómodo. Multado y ninguneado por su favorito Puigdemont, sigue en la papelera. No fue un gran gestor, a no ser que se llame a esto: administrar la miseria.

Dicho esto, sabe mal que en la última y polémica convocatoria del 8-M se haya descolgado, y previamente expulsado, a la líder del Partido feminista de España, Lidia Falcón O´Neill. Sé que precisamente, por su clara posición a favor de los derechos femeninos, se la mantiene a ella y a un sector del feminismo español en una discrepancia oficial con las últimas tendencias de la igualdad de género, que ella considera excesivamente escorada a favor del colectivo LGTB o incluso gay, al que inicialmente apoyó.

Siento que una mujer con un impecable hoja de servicios a la causa feminista sea denostada y apartada por un vaivén sociológico que no está del todo sustentado en la realidad global e histórica de la discriminación de género.

Eran los duros y últimos años del franquismo cuando Lidia Falcón, Jimena Alonso y Carlota Bustelo eran referentes para todas las jóvenes universitarias y activistas que asistíamos a sus actos, charlas o leíamos sus libros y la revista faro Vindicación feminista en la madrileña Librería de las mujeres.

Todas ellas defendieron y consiguieron mejorar la vida cotidiana de muchas mujeres anónimas, en base a leyes, tribunales, revistas, libros, y hasta la acción de gobierno como ocurrió con Carlota Bustelo.

Es por ello muy de lamentar que una trayectoria de cárcel, torturas y multas sea ignorada por las jóvenes feministas en sus actos públicos y manifestaciones, como si fueran partidarias de Fukuyama y el fin de la historia.

Sabemos que incluso en Sant Boi estas damas de la época oscura ni son mencionadas, ni tienen calles, premios o instalaciones con sus nombres: simplemente no existen.

Son antiguallas ignoradas y objeto de descalificaciones personales. Sin embargo, Lidia Falcón siempre argumenta y da razones con su gran facundia oratoria de buena abogada y filósofa, que ha hecho carrera sin sueldos públicos ni subvenciones. Y todo porque reverenciar la última moda de Estados Unidos es muy actual, pero mejor hacerlo como ha hecho ella: sin ayudas y con sus libres y modestos medios.

Ocurrió con Clara Campoamor, antes con Concepción Arenal y ahora con Lidia Falcón, o incluso con Najat el Hachmi. Sobran las que son consecuentes librepensadoras y faltan las acríticas seguidistas en los partidos con consignas. Si no acabas expulsada.

En Sant Boi hay prostíbulos -aunque no estén permitidos- y junto a un cruce de entrada a la ciudad, por 100 metros de distancia en el Prat, se yergue seguro y facilitador un llamado bar de camareras. Pasan los años y días e incluso regímenes y allá siguen. Lidia y su grupo de opinión son contrarias a ello. Por esto y por sus méritos probados y honestos, Falcón merece placa y estatua; no el menosprecio y el ninguneo. Este debe ser para los torpes y corruptos como el señor Artur Mas, que hoy por hoy sigue en la papelera.

Olga Puertas és regidora no adscrita de l’Ajuntament de Sant Boi

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