Hay anomalías sociales y políticas en España, también en Cataluña y por supuesto en Sant Boi. Una de ellas es la inexistencia de un partido verde que asuma el ideario ecologista que surgido, cómo no, en USA y ampliado con el Mayo del 68 alrededor del inicial movimiento antinuclear acabó cuajando en Europa de forma independiente y con desigual fortuna en el mapa europeo.
Hoy resta potente y como una muy posible nueva alternativa de poder en Alemania, los verdes alemanes Die Grünen, desde 1980 muy activos en la política real desde el ámbito local, regional y hasta en el máximo poder estatal en coalición con el SPD.
Siguen fieles a su ideario exigente, a sus esencias antinucleares y sin embargo con capacidad técnica e influencia institucional para imponerse en la era post-Merkel, con su líder la abogada de 40 años Annalena Baerbock con expectativas de éxito y por ahora impecable trayectoria personal.
En otros países europeos, Francia, Holanda, Suecia y Dinamarca, también cuentan con o han tenido responsabilidades de gobierno. Sin embargo la tentación de partidos de izquierda declinante ha sido absorber el mensaje ecologista en sus programas políticos, cooptando a figuras menores del sector, en sus listados electorales. Desvirtuando así su independencia y su capacidad de imposición del enfoque ecologista ante problemas concretos.
Tras las alianzas subordinadas al PSOE e IUV, y dado el escaso músculo de afiliación del movimiento ecologista independiente, en un país donde la economía productivista es la norma y donde también el mayor resultado electoral “verde” lo obtiene PACMA, la plataforma animalista, con sus 326.095 votos disgregados aunque superando a Bildu y Coalición canaria, poco queda por decir.
Sin embargo, el bloqueo de las energías renovables en Cataluña con solo un 30% y una barrera creada por diversos lobbies muy contrarios al despliegue de las huertas solares o incluso de los aerogeneradores eólicos en montes públicos o en terrenos de baja productividad y abandonados que según la ley de “espais agraris” se permite.
Sorprende en una Generalitat que aspira a ser una república moderna, al estilo de una Dinamarca del Sur, cuando lo cierto es que el Reino de Dinamarca alcanzó el récord en 2020 del 50,4% en suministro renovable. Compárense ambos casos y juzguen.
En Sant Boi, con su pesada retórica ambientalista y con un concejal de IU-comuns, la energía renovable no avanza significativamente, encallada en el statu quo, se es incapaz de alcanzar megavatios verdes, a pesar de su gran Reserva Agraria, con zonas abandonadas o deterioradas. Con una real falta de apoyo a las iniciativas comunitarias, surgidas desde Madrid, a favor de los KW verdes, con también un sospechoso silencio sobre el programa de desarrollo energético para entes locales con fondos UE.
Lo sorprendente es que muchos ediles del tema tienen estudios superiores y ya no son los autodidactas ignorantes que antaño llevaban estos temas, aunque el resultado es parecido. Parálisis casi total, desde el fallido Tripartito. Así son las cosas en una zona, donde se vive de glorias pasadas: del fallido “buñuelo de viento” del Eurovegas, del bloqueo de las huertos vanguardistas smart farming de IKEA, y en donde mientras crece la marihuana “experimental” habrá la ZEPA, gran reserva ornitológica ya desde 1994 que, gracias a DEPANA y Bruselas, se desarrollará en detrimento del cultivo intensivo. Y todo porque nos falta que broten, “los verdes”, los europeos, los eficaces.
Olga Puertas és regidora no adscrita de l’Ajuntament de Sant Boi.