Sant Boi tiene hasta un rebaño de ovejas y cabras con un costoso aprisco para recogerlas y un pastor, titulado en la Escuela de Pastores que, previo acuerdo subvencionado, las lleva a pastar por las montañas municipales para evitar el desarrollo del sotobosque que contribuye a los incendios; antes se probó con asnos pero sus rebuznos incomodaban al vecindario. Son medidas voluntariosas, no sé si eficaces, pero que contribuyen a esa política “gestual” tan propia de la amplia clase política.
Recuerdo la anécdota con acrimonia; porque “los gestos” ya no nos valen cuando nos hallamos ya en la cuarta ola del Covid y muchos de los 84.500 santboyanos seguimos sin vacunarnos, aún a pesar del Hospital, Psiquiátricos, Polideportivos y un desaprovechado cuartel, que son espacios para impulsar nuestro cansino y secreto ritmo de vacunación. Sin análisis de aguas residuales. Hay descoordinación; ya nos ocurrió con las desinfecciones de la primera ola, a cargo de militares requeridos.
Hubo que improvisar y funcionó. A pesar de las pegas administrativas y celos entre rivales políticos; como ocurre ahora con el espectáculo tragicómico del “Parlament” en pos del Jefe. Aún así, por “San Jordi” tendremos Jefe, será, el 23 de abril con la rosa y el libro, y con todo un gesto, se resolverá el problema.
Yo, como concejala opositora, pediría, como lo he hecho a nuestro Consistorio sin éxito, que compremos en esta fecha el excelente libro Revancha de nuestro mejor escritor local, Kiko Amat que a sus 50 años entiende el suburbio, la lucha por la vida, y que ha puesto a Sant Boi en el mapa literario en diversos libros de su ya extensa obra.
No oculta el ser un catalán de raíz antigua, que prefiere el castellano para escribir. También es hijo de un técnico de la SEAT, rugbista y de una auxiliar en el Manicomio: más santboyano, imposible. Sin embargo, es mal conocido en nuestra ciudad, por esto recomiendo su lectura, siempre llena de humor y sorpresas. He pedido en concreto a nuestro Ayuntamiento que compre sus libros para regalarlos a las visitas, como un regalo social, aceptable por no ser en sus 23 euros susceptibles de venalidades.
Otro exiliado ilustre es José Manuel Cuenca, un historiador santboyano que es el biógrafo oficial de Joan Marsé, con Mientras llega la felicidad. Es un buen libro para entender la perspectiva del habitante de barrio, que fue el leitmotiv de la obra de Marsé.
Otra biografía reciente en su 150 aniversario es Bécquer del filólogo Joan Estruch, un profesor de secundaria del Llor y el Rubió que ha vivido media vida en esta “ciudad invisible” que es Sant Boi y que Marc Andreu, otro recomendado: describió en Les ciutats invisibles.
Son buenos libros para esperar la vacuna y sopesar los exilios y nomadeos de tantos jóvenes santboyanos que nos dejan, dado el estrecho marco ciudadano y vital -renta baja, fracaso escolar, ruinas y solo un 3% de suelo urbanizable-, no son ovejas como las del pastor Balsells y su sana rebeldía, provoca la fuga de talentos a otros lugares. Errejón habló de “salud mental” en el Congreso, la ola del covid tiene graves efectos mentales para muchos, ahora y próximamente.
Sant Boi tuvo desde 1854 el primer manicomio de España, ya no es el primero en importancia; pero pienso que debería retomar la vanguardia en el tema con fondos UE. Así evitaríamos el exilio laboral de muchos jóvenes de Sant Boi y no optar a ser pastores a través de cursos adaptados y por supuesto de tener éxito. A no ser “invisibles” en su ciudad.
Olga Puertas és regidora no adscrita de l’Ajuntament de Sant Boi.