Cada 2 de mayo se suele recordar la invasión francesa de 1802 y el levantamiento popular en contra del invasor napoleónico. Hoy en España tenemos pocas multinacionales propias y abundan entre nosotros las extranjeras. Pero por ser tan obvio, mantendremos solo la lupa sobre aquellas concesionarias que influyen en nuestra vida diaria.
En Sant Boi, Citelum es la compañía francesa que “descuida” nuestra red pública de alumbrado y con ”chispazos” en el caso Gürtel. El agua de boca potable nos la sirve Agbar, filial de la multinacional francesa Suez Lyonnaise que suele cuidarse de las fuentes públicas y en ocasiones hasta de las cloacas. Agbar aspira a través de compras, pleitos y lobbys a controlar todo el proceso hídrico, incluyendo el agua en alta, hoy en manos de la sevillana Acciona, y la desalinizadora del Prat, también de Acciona.
El Ayuntamiento de Sant Boi es socio de Agbar en la Empresa Metropolitana de Agua (EMA) y el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha fallado en contra de Agbar. ¿Recurrirá Sant Boi? Colau, no. Ella considera excesivo el poder de esta multinacional del agua y recuerda que París les ha expropiado por mal servicio. La Torre Agbar es un símbolo de edificio suntuario. Hay Ayuntamientos como Sant Feliu que pagan menos por el suministro que Sant Boi, El Prat tiene un servicio propio con el agua muy barata; hace años el edil Saavedra trató de mejorar el contrato y no se le apoyó.
Además, si encuentran el agua del Llobregat mala de sabor y agresiva para sus electrodomésticos, sepan que una multinacional israelí (Iberpotash) de sales y potasas en el norte del Llobregat contamina el cauce con su explotación y sus escombreras al aire libre. Está reconocido que el agua es un recurso estratégico y caro. ¡Miren sus recibos!
Bueno sería hablar de energía eléctrica. Sepan que Endesa-Fecsa es propiedad absoluta del Estado italiano a través de ENEL y que la vetusta subestación eléctrica próxima al cuartel es de ellos. Han dicho hasta la saciedad que no piensan cederla, a pesar de las soflamas municipales. Sus tendidos eléctricos están envejecidos.
Así que cuando se habla de un “nuevo país” y se encienden las discusiones por las banderas y escudos en mástiles y balcones, téngase muy en cuenta que con esta confusión y las pugnas generadas hemos perdido el control legal de nuestros recursos naturales, hasta de los más necesarios y sin saberlo. Un ejemplo patético: la aseguradora francesa Axa es la arrendataria de muchos edificios de la Generalitat vendidos previamente a ella. Ah, el comercio de proximidad, ¡claro que sí! pero siempre en las francesas Alcampo/Auchan o Carrefour.
¿Seguiremos aún con nuestras pugnas políticas de corto alcance? Mientras tanto, Francia e Italia nos buscan los flancos y logran el dominio de la Europa débil. Seamos conscientes, porque los que mandan tras 37 años en nuestra ciudad no tienen una actitud crítica y vigilante ante ello. Líos de banderas, sí, pero no con la italiana, ni con la francesa, y mucho menos con sus contratos de concesión y su mapa de propiedades.