Desvíos

Olga Puertas // Arxiu

Tras una pugna en plena guerra civil, entre el Auxilio Social, institución benéfico-laica y la Iglesia católica, en 1938 se creó el Consejo Superior de Beneficencia y Obras sociales con la presencia de dos obispos y hasta 1976 existió el Instituto de Asistencia social.

Desde entonces con altibajos Caritas católica ha llegado a manejar 387 millones de donativos anuales. Reforzando su protagonismo social en todas las crisis habidas y en especial la del 2008 y la última del Covid que han disparado todos los indicadores de pobreza a niveles muy altos, puesto que un 23% de españoles ya son considerados pobres.

Haré aquí un apunte local, en San Boi tenemos 5.000 beneficiarios de Caritas y el Banco de alimentos respecto al 2020 ha aumentado en un 25% sus prestaciones. El papel de lo público y laico en la lucha anti-pobreza en España es muy insuficiente, como los observatorios de la UE y hasta de la ONU resaltan en sus informes.

San Boi es una ciudad de renta media-baja y su cualificación en los rankings de la Agencia Tributaria es con 23.100 euros de renta inferior a las ciudades de su entorno, excepto Cornellá, siendo la segunda en pobreza comarcal desde hace años.

Y todo esto antes de la pandemia, ahora todos los factores de alarma social se disparan; sí existen correctores en forma de IMV y programas de detección de pobreza extrema, para los sin techo y otros grupos de excluidos en riesgo social.

Pero, ¿cómo afrontar el alza del recibo eléctrico y del agua, cuando millares de santboyanos no pueden afrontar hasta los mínimos del servicio? En 2020 San Boi agotó su reserva en la AMB para afrontar la pobreza energética, cuando ya desde 2013 un 38% reconocía no poder mantener la temperatura doméstica adecuada; en el mismo año un 50% de familias santboyanas ya tenían dificultades económicas para finalizar el mes. Ahora será mucho peor, cuando se reconocía desde hace mucho que un pago inesperado de 750 euros no se podría afrontar con recursos propios.

Ante la insuficiencia de lo público en el ámbito local, la iniciativa privada trata de paliar los efectos peores del post-covid;  en los años 60 el enorme aflujo inmigratorio, dio lugar a que una serie de damas de la élite local constituyeran la- “Ajuda al Germà necessitat”- de auxilio alimentario, vestidos, donativos y trabajos a los chabolistas de familias numerosas o con problemas de salud. Época de viviendas autoconstruidas, estatges de chabolas en patios internos y otras derivadas que explican este actual 12,3% de viviendas en mal estado, en España 2,3º%, de un parque edificatorio anticuado y con normativa energética obsoleta. Hoy, tres iglesias, la católica y dos evangélicas con colaboración municipal, tratan con voluntarios muy desbordados de paliar el estado de necesidad último.

Los programas sociales públicos suelen ser incompletos o ineficientes, la Nobel 2015 Esther Duflo ha demostrado con experimentos concretos sus fracasos, y que se debe pasar de la pobreza en abstracto, a lo concreto del área microeconómica. Y es ahí en la urgencia asistencial donde las entidades privadas pueden ser más eficaces. Pondré un ejemplo, donde la necesidad de corrección de la Duflo y su equipo, sería conveniente, San Boi lleva 30 años financiando al -Ayuntamiento. sandinista de San Miguelito-, dicha población ha caído en un asistencialismo  paternalista y hasta neocolonial, incapaz de asegurarse su autodesarrollo eficaz, como denuncian dos ex-cooperantes de San Feliu. Su municipalidad es incapaz de asumir una red de alcantarillado, hasta que nuestro aparejador municipal, se desplaza allá para acabarla. Otro tanto su emisora de Radio y será… con el agua potable solicitada: todo porque se desvía a otros torpes fines.

Olga Puertas és regidora no adscrita de l’Ajuntament de Sant Boi.

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