La participación -una gran palabra, un gran concepto- se intenta aplicar con más voluntad que fortuna en muchos municipios: hablemos de Sant Boi.
El desarrollo de leyes superiores, vía Bruselas, Madrid o Barcelona, acaba teniendo su efecto en los ayuntamientos, sobre todo en función de su población que es el “ítem” más socorrido para impulsar reformas o cambios por modestos y cosméticos que estos sean.
Hace unas semanas, hubo un efecto práctico de la “participación” en presupuestos municipales que se traducía en un nuevo ciclo de actividades nocturnas recreativas en la sobreexplotada Torre del Sol, sin tener en cuenta los niveles acústicos que la UE recomienda reducir al Reino de España que sigue vulnerándolos con su castiza desenvoltura. Se decía en la publicidad que lo habían decidido vecinos del barrio Centro, un barrio que, con las fiestas y actos al aire libre, ya rebasa todos los umbrales de contaminación acústica reconocidos desde hace años.
Hay más ejemplos de que -selectos y anónimos ciudadanos- deciden sobre los 500.000 euros de coparticipación presupuestaria sin que las cifras de participantes en las votaciones tengan un nivel porcentual significativo.
Por ello, cuando en los plenos municipales llega el momento de las interpelaciones populares y se sale muchas veces de este mundo de profesionales y aficionados a la política (líderes vecinales, sindicales…y pronto digitales) para oír desde las quejas genéricas hasta la más concretas y fundamentadas que aportan en singular, ciudadanos cabales afectados por esta gobernanza socialista que se encamina a los 44 años seguidos de fórmula administrativa idéntica:
Son resquicios, contrastes, demostraciones que exigen rectificación.
Chispazos que nos llevan a las ágoras griegas y a los foros romanos, donde los ciudadanos polemizaban entre sí y con las autoridades votadas por breves períodos de tiempo para que no se profesionalizaran.
Desde la oposición municipal, las dietas no alcanzan el SMI, pero sí los sueldos de los 15 ediles de la mayoría socialista que rebasan los 2300 euros/mes; esta diferencia se acentúa en los opositores cuando no doblan cargo en otras entidades como la Diputación de Barcelona, la Autoritat Metropolitana de Barcelona o el Consell Comarcal. Por ello, me siento cercana a todos los que piden turno y micro para exponer sus problemas en público -tímidos, balbuceantes, bilingües…-, todos al final son elocuentes, para que sepamos de sus quejas, de los abusos municipales que la Síndica de Agravios esquiva o no resuelve.
El latiguillo “que conste en acta” sigue válido, pero todo se filma ya. Y a las demandas vecinales les suele ocurrir que se repiten como los reestrenos.
Así pues, cuando Neus Ros expone su razonado memorial de edificios ruinosos, ¿Habrá que satisfacerla a ella o a todos? Cuando los vecinos “okupados” de Pi i Margall, 70, de Santiago Rusiñol y de la Coope, junto al Carrilet; nos exponen un martirio que afecta su salud mental, ¿Qué haremos…?
O cuando el Sr.Miguel García, un adalid de la transparencia y ducho en contabilidad pública y derecho administrativo, pone en un brete a los regidores con el tema del aumento de percepción de la Síndica ¿por qué él debe permanecer aislado y solitario en la última fila de la Sala de Plenos? Apoyémosle. No sigamos presos en esta antigua cárcel municipal de la fatua profesionalidad.
Atrevámonos a debatir; participemos así en los 15 minutos de fama de Andy Warhol, porque aún podemos.
Olga Puertas, regidora de C’s a l’Ajuntament de Sant Boi.