Estaremos de acuerdo en que Cristina Cifuentes ahora ya -una expolítica profesional- empezó su caída cuando se atribuyó un ”master” que no tenía, licenciada en derecho y funcionaria; su gran ambición la llevó a descuidar los “flancos” y Napoleón siempre recomendó atacar por los flancos. Sus enemigos así lo hicieron. Ella sobrevivió a un accidente de tráfico, y creyó poder hacerlo también despistando con descaro sobre su falso “máster” pero ya no pudo soportar a una filmación donde reconocía haber robado unas baratas cremas de belleza en un supermercado. Lo hizo en una pausa de la vecina Asamblea madrileña, el fuego amigo la siguió y se nos recordó otros robos en una residencia femenina donde ella tuvo un cargo. Siempre me pareció una mujer crispada, tensa, hoy descansa en su retiro forzado.
Su historia ha dado paso a una comprobación general y de detalle de muchas figuras primeras de la política profesional y de sus mal atribuidos méritos y títulos académicos en muchos casos, ahora estamos con el máster de Pedro Casado. Pero hay muchos más casos.
Las sorpresas y falsedades son graves y han sido penalizadas con la postergación y el olvido sin llegar a ser una norma implacable como en Alemania o Inglaterra. Creemos que de ahora en adelante los impostores lo tendrán más difícil, eso sí.
Con esta creencia, efectuamos dos ruegos en dos plenos municipales que obligan a que se verifiquen todos los títulos académicos de los 25 concejales electos en la legislatura 2015-2019, el edil Tamayo con atribuciones en el tema, accedió a la vista del escándalo Cifuentes y otros. Nos ha enviado un correo, recordándolo a todos y estamos en ese proceso necesario y transparente de informar al elector y al contribuyente sobre nuestros estudios y títulos logrados para que al elegirnos se sepa la primera verdad, la que después sale en: publicidades, webs y entrevistas. No valdrán los CV de adorno, falsos o de estudios abandonados.
Y más allá de la ley de Transparencia cuyo cumplimiento nos obliga a todos los cargos públicos, hay algo que todos los políticos con mando o en la oposición debemos atender y respetar de cara a los electores: el Ayuntamiento de Sant Boi de Llobregat es una gran empresa pública con 709 empleados fijos y con un total de 1.187 empleados sumando sus empresas y planes de empleo. Es una cifra de respeto que muchas de nuestras empresas locales no tienen, únicamente el Parc Sanitario la supera. Añadamos 93 millones de euros/año de presupuesto y con una inversión libre en 2018 de 3,5 millones de euros.
Son magnitudes notables para una ciudad de 82 mil habitantes, censados, tal vez unos 4 mil habitantes más sin censar. Somos la 14ª ciudad en número de habitantes. Y hora es que ustedes los ciudadanos electores sepan con quién se juegan los cuartos.
Durante años entre nosotros ha abundado el concejal autodidacta o el que exageraba sus modestos saberes. En tiempos pre-electorales es bueno que se sepa con que rudimentos cuentan los concejales ya electos y los aspirantes a sucederles para entender y dirigir esta pesada maquinaria burocrática que tiene un aparente ritmo propio, una peligrosa inercia y que aún poniendo el piloto automático, no consigue arreglar temas rodados, añejos y que están a la vista de todos: la permuta del cuartel y central Endesa, las obras eternas de la C-245 un punto negro del tráfico estatal y cómo no las ruinas del Ateneo, ahora si hablan de turismo piensen en Hostales y si de industrias instaladas miren a nuestros vecinos, incluyendo a Sant Climent. Así pues vean y comparen y si faltan datos o son falsos no les den confianza, quien engaña una vez , puede engañar otras veces.
Olga Puertas es concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Sant Boi de Llobregat