Chema Caballero acerca a Sant Boi la realidad de los niños soldado en Sierra Leona

El activista extremeño Chema Caballero explica en el Barrejant la dura situación de los niños soldado en países como Sierra Leona, al que dedicó 20 años de lucha y trabajo con un proyecto de rehabilitación pionero. Caballero se muestra crítico con los hábitos de consumo occidentales y pide «consciencia».

Chema Caballero, acompañado de la regidora de cooperación, solidaridad y paz Alba Martínez, abrió las charlas del sábado por la tarde. // Maria Roda

Chema Caballero, acompañado de la regidora de Cooperación, Solidaridad y Paz Alba Martínez, abrió las charlas del sábado por la tarde // Maria Roda

Chema Caballero fue director de un programa pionero de rehabilitación y reintegración de niños y niñas soldado en Sierra Leona, concretamente en el centro de St. Michael en Lakka hasta el año 2002. Por esa larga experiencia y porque no ha parado nunca de denunciar las violaciones de derechos humanos que se cometen en muchas guerras del continente africano, no había activista mejor que él para acercar la realidad de los niños soldado en África a los santboianos que asistieron a su tertulia en el Barrejant’14.

Caballero no quiso entrar a tratar el tema sin que antes el público visionara la película de Esteban Crespo Aquel no era yo, un duro cortometraje que el ex misionero javeriano no visionó en la sala «porque lo he visto muchas veces y me sigue removiendo cosas por dentro», explicó. Una vez terminado, y con la media sala emocionada y secándose aun las lágrimas, Caballero volvió para ahora sí entrar a conversar con el público.

De su intenso trabajo en Sierra Leona destaca que parte del éxito conseguido -más del 80% de los menores dejaron la violencia- fue gracias a lo que se considera «un proyecto pionero con dinero suficiente para realizarse». Caballero explicó que otros proyectos que tomaron como referencia el suyo fracasaron porque «no había dinero suficiente». El activista explicó que Unicef decía que «en seis u ocho semanas los niños tenían que irse del centro» pero que, por su experiencia, los menores necesitan «seis meses» para empezar a hablar de lo que han hecho y de sus miedos. Según él, una vez que se produce «la catarsis» se puede empezar a trabajar con ellos.

Caballero emfatizó sobre la importancia de atacar las causas que producen las guerras en África. // Maria Roda

Caballero emfatizó sobre la importancia de atacar las causas que producen las guerras en África // Maria Roda

Caballero, que explica su vivencia con la pasión de quien ama su trabajo, tiene una gran espina clavada: las niñas. No le cuesta reconocer que «costaba mucho más» llegar a ellas. Con sinceridad reconoce que tardaron en darse cuenta que las chicas solo hablaban de su parte de mujer-soldado. La otra, la de los abusos sexuales, era muy difícil que la explicaran, por cultura y vergüenza. «Cuando daban síntomas de normalidad regresaban con sus familias. A los pocos meses de llegar al centro iban desapareciendo. Es posible que tuvieran la autoestima muy baja y muchas heridas que no habíamos acabado de curar; muchas terminaron en la prostitución, era una salida fácil» asegura Caballero, quien no dejó nunca de darles microcréditos para que pudieran montar sus pequeños negocios.

En un agradable y cercano coloquio con el exmisionero, también aparecieron temas de debate como el papel de las ONG y los cooperantes, la relación entre muchas de las guerras africanas y nuestros hábitos de consumo para acabar hablando también de la importancia de la política y de cómo le gustan al activista movimientos ciudadanos como Podemos o Guanyem Barcelona. «Nos devuelven a las personas la soberanía que nunca debimos perder», apuntó Caballero.

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